Después de las 6 p.m. Marimba pasa y es el primero en ver los restos, los mensajes de “la garra ha muerto” empezaron a fluir. Tecui congrega a la comunidad para decirle adiós a aquel lugar que los vio crecer.
Algunos con los hijos, otros solo con el patín y todos tratando de comprender el hecho de que pronto no quedaría nada de la “exskapista”, sentados en las gradas, recordando las aventuras en la garra…
El sol seguía bajando y era cada vez más difícil ver por donde se patinaba, la memoria de las curvas, vados y baches ayudaban. Todos caían, unos más fuerte que otros, con la esperanza de que no fuera esa la última vez. El Ñora llegó con una súper lámpara iluminando el camino. Pocas fotos documentaron esa noche pero en la memoria de todos los presentes queda lo vivido.
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